martes, 13 de noviembre de 2012

Rarezas y paranoias de escritores famosos

El temor al rechazo y la incomprensión son los factores más importantes que han hecho tambalear la templanza de algunos escritores. Son muchos los autores que se han sentido alguna vez o durante toda la vida aplastados por el peso de una alteración emocional, una debilidad o una incurable fobia.

Franz Kafka
Una de las figuras más significativas de la literatura moderna es Franz Kafka. Mediante su narrativa anticipó la opresión y la angustia del siglo XX, dejando a relucir la soledad y la frustración en sus obras; como también la angustiosa sensación de culpabilidad que un individuo puede experimentar al verse amenazado por unas fuerzas externas, que no puede comprender y que se encuentran fuera de su control.


El caso de Kafka es uno de los más conocidos, pero también sobre el que más se ha especulado. Su complejo de inferioridad emergía en el autoritarismo de un padre severo e injusto. Originando una incontenible búsqueda de afecto, que se enlazaba con una sensación de temor a no poder corresponder al ser amado. A lo que se le sumaba la problemática de ser judío en un ambiente de creciente racismo en Europa y la incertidumbre de su virtud en el arte de las letras. De ahí que naciera el sentimiento de que no merecía el afecto ni la compasión de sus semejantes.

Miguel de Cervantes
Si desplazamos la mirada hacia atrás, Miguel Cervantes habla de sí mismo en el prólogo de Pérsiles y Sigismunda, con cierta nostalgia y mucha melancolía, no sólo de su barba de plata “que antaño era de oro”, sino de las seis piezas dentales que escondía tras sus labios casi inexistentes. Y al igual que confesaba después James Joyce, tenía que ejecutar incontables malabares dentro de su boca para desmenuzar las bolitas de pan mojadas en el chocolate. Pero paradójicamente, el autor de El Quijote alzaba con orgullo el muñón de su mano izquierda, herida de guerra en la gloriosa batalla de Lepanto.

Charles Baudelaire pasó sus 46 años de vida dominado por la intransigente personalidad de su madre. Marcado por la muerte de su padre, su madre se casó posteriormente con un estricto oficial del ejército francés. Baudelaire sufrió el síndrome de Edipo desde la niñez, a lo que se le sumó los innumerables complejos de castración. Esto le provocó que sólo se sintiera a gusto en compañía de mujeres esperpénticas, inválidas, jorobadas o perversas.

Tennessee Williams
El eminente dramaturgo Tennessee Williams, confesó en sus memorias que siempre fue muy tímido, excepto cuando empinaba el codo. Propenso al insomnio y a la claustrofobia, sufría constantes ataques de pánico y tomaba pastillas de Seconal, lo que reducía la actividad de su celebro y de su sistema nervioso.  Para muchos, su vida fue una sucesión de frustraciones, a las que se añadía lo que él llamaba los demonios azules o tristes, una referencia a la depresión. Pero no era esa la fobia más terrorífica de William, sino la locura que llevó al psiquiátrico a su hermana Rose.

Otros escritores como Dostoievski le tenía horror a la oscuridad, Alfredo de Musset a que lo sepultaran vivo, Djuna Barnes a que alguien le hiciera apología, Somerset Maugham se volvió homosexual al no encontrar una mujer que igualara en belleza y personalidad a su madre, Proust temía a la asfixia, Rulfo sufría de miedo escénico, Hemingway y Henry Miller manifestaban públicamente el odio por sus madres, Amiel se decepcionaba de una mujer al verla comer, Balzac sufría delirios de persecución y Vicente Aleixandre de agorafobia. Tal vez el mayor temor de un escritor sea el miedo al rechazo, pero esto es otro cuento…

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